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August 22, 2010

Conciencia sin limites - 4/14

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Cuando a mediados del año 1996 Argentina puso en órbita al Víctor, el primer microsatélite concebido, diseñado y enteramente construído por ingenieros nacionales, diversas agencias espaciales del mundo se vieron sorprendidas. Pocos imaginaban que en el país austral, en vías de desarrollo, se daría la perfecta combinación de elevado nivel tecnólogico y bajo presupuesto. Una combinación que la NASA y la ESA, entre otras empresas, buscaban con afán desde hacía una década. Casi seis años después del lanzamiento del Víctor, el asombro y sorpresa de las denominadas potencias espaciales se tornaron en celo y envidia cuando Argentina y Brasil lograban poner en órbita un pequeño satélite estratégico de observación asistido con un novedoso sistema de propulsión eléctrica por plasma, por el módico costo de 5 millones de dólares (frente a los 50, 100 y más que usualmente eran invertidos por otras agencias en misiones similares).

Podría decirse que el año 2007 fué el punto de inflexión en cuanto al desarrollo aeroespacial en América Latina al ser creada la Agencia Sudamericana del Espacio (ASE), y otros países como Chile, Uruguay y Ecuador hacían sus primeras armas en el rubro espacial, demostrando claramente una gran capacidad de manufactura. Pero recién al cabo de doce años de vigencia, cuando la ASE puso en marcha proyectos de gran envergadura que apuntaban a la realización de misiones extraorbitales e interplanetarias, la antes llamada "agencia sudaca" fue finalmente respetada por el resto de la comunidad espacial. A partir de allí, fué "moneda corriente" la participación de la ASE en la concepción y construcción de la Estación Espacial Lunar, en las posteriores actividades de colonización en la Luna y Marte, en el desarrollo de nuevos sistemas de supervivencia para las tripulaciones de vehículos espaciales y en el diseño de renovados dispositivos útiles a la hora de montar y ensamblar partes en el espacio. De modo que cuando llegaba a su fin el 2051 y desde la Nueva Estacion Espacial Mundial se vieron partir una decena de veces las imponentes naves espaciales argentino-brasileras Cóndor A y Cóndor B, con módulos de abastecimiento, equipos de ensamblaje y enormes estructuras en forma de arco, nadie se planteó demasiados interrogantes y las recientes actividades de la ASE pasaron desapercibidas.

Sólo los viejos y experimentados "lobos de mar" en la administración y organización de actividades espaciales, que en sus tiempos fueran renombrados directores de entidades como la antigua Sociedad Europea de Propulsión, miraban con cierto recelo los movimientos a gran escala que la ASE dirigía. Fue justamente a uno de ellos, que desde su oficina en la sede parisina de la Sociedad Occidental Espacial (SOE), se le ocurrió relacionar toda una serie de eventos que hacían sospechar de la autenticidad de la noticia de último momento que la ASE emitiera respecto al supuesto armado, en una órbita alrededor de Júpiter, de una base para el estudio potencial de la pre-colonización de los satélites jovianos Ganímedes y Europa. En primer lugar, los incontables reportes y publicaciones presentadas por científicos argentinos en donde se especulaba (al menos desde un punto de vista teórico) sobre algunos métodos más que interesantes para la manipulación de la antimateria como fuente de alta energía para la creación de distorsiones espacio temporales; por otro lado, la cada día más encumbrada adquisición por parte de Argentina y Brasil de tecnología de avanzada en la construcción de aceleradores circulares de partículas y, por último, el hermetismo total que voceros de la ASE mantenían cuando eran consultados respecto a detalles de la supuesta misión a Júpiter.

Por aquel entonces, gracias a un concepto propulsivo que se remontaba al año 1960, la legendaria NASA y la SOE terminaban de ensamblar la primera nave interestelar (mal llamada Unlimited Speed), que básicamente era un pulsocohete nuclear que mejoraba sus prestaciones recogiendo el hidrógeno presente en el gas interestelar y lo utilizaba como combustible adicional. Así fué que mientras el mundo se ilusionaba con la promesa de que al cabo de una década de continua aceleración, la Unlimited Speed alcanzaría un tercio de la velocidad de la luz; allá en Júpiter, un grupo de 10 personas distribuídas a bordo de las Cóndor A y B, culminaban el armado de dos enormes aceleradores circulares y se disponían a desafiar las leyes mismas del universo con el fin de intentar un viaje a través del hiperespacio.


Conciencia sin limites, de Claude Martín Brito
Es una historia corta realizada en 1999/2000.

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