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Instantes antes, a Mario se le había ocurrido pensar que ya nada lo podría sorprender y otra vez se había equivocado. En un mundo ubicado a millares de años luz de la Tierra se encontraba admirando un amanecer fuera de serie y a su lado, Nancy lo observaba con aire divertido. De modo que esto tampoco es real, pensó Mario.
–Sí lo es –escuchó Mario de Nancy.
Mario sintió como que abría la boca para preguntarle a Nancy como sabía lo que terminaba de pensar si él no había dicho palabra, pero fueron sus pensamientos los que "hablaron" más eficaz y rápidamente que los sonidos mismos. Mario entendió que le bastaba sólo con pensar para que sus ideas y pensamientos fueran escuchados por Nancy y viceversa.
–Nancy, si esto es real, ¿qué haces aquí? ¿Porqué estás conmigo? –cuestionó Mario.
–Deberías preguntarte mejor, ¿porqué estás tú aquí?
–Es inútil, no sabría que responder. Debería estar al otro lado de Júpiter… ¿Porqué estoy en este mundo?
–Yo te guié hasta aquí.
Mario no comprendía absolutamente nada.
–Mario, yo no soy Nancy en realidad. Soy simplemente una visualización de lo que tu mente quiere ver en estos momentos. Si ahora te preguntas por lo que soy en verdad, harás una pregunta sin sentido, pues no tengo forma y en tu concepción del universo físico no encontrarás nada que se parezca a mi. Es más, desde que entraste al hiperespacio, eres lo mismo que yo apesar de que tu mente quiera hacerte ver un cuerpo que no tienes. En tus términos humanos, somos lo más parecido a dos almas en diálogo.
–Entonces estoy muerto –se escuchó decir Mario con un sentimiento de malestar y bronca.
–Eres un obtuso Mario –dijo Nancy con cierto desprecio–. Si mueres serás nada, tu conciencia dejará de existir y entonces desaparecerás de este universo. No debí mencionarte la palabra alma, pues para ti y tu especie, el alma es algo así como una entidad no material consciente asociada a la muerte, mientras que para mí y los míos, el alma es un estado de mínima energía consciente e inteligente que se ha independizado totalmente de la materia. Tal vez debiéramos evitar los términos mente y alma y hablar sólo de la conciencia.
Mientras escuchaba los pensamientos de la imagen de Nancy, Mario intentó en vano proponer una definición precisa de la conciencia.
–Porque no te fias mejor de tus impresiones subjetivas y del sentido común intuitivo. Ellos te darán el significado de la conciencia. Piensa en estos últimos eventos de tu vida y comprenderás que en todo momento has sido consciente de algo, por ejemplo de diversas sensaciones de sabor, olor, dolor, o de una escena animada o de un sonido musical; fuiste consciente de un sentimiento de desesperación, felicidad y amor; del recuerdo de alguna experiencia pasada; eres consciente de llegar a la comprensión de lo que estoy manifestando o de una nueva idea propia; has estado intentando conscientemente hablar o ejecutar una acción. También te remontaste al pasado y fuiste consciente de tales sensaciones, sentimentos e intenciones… incluso, simplemente y sin notarlo, has sido consciente de tu propia conciencia.
–¿Porqué me dices todo esto?
–Porque conciencia es esencialmente conocimiento. Quiero que entiendas que la conciencia no es un fenómeno accidental y fortuito del implacable proceso de selección natural del universo. ¿Porqué crees que la Naturaleza se tomó la molestia de hacer evolucionar cerebros conscientes en vuestra especie?
Mario se sintió como un niño y vió las cosas más claramente. Rememoró las maravillosas sensaciones de cuando era niño y no tenía miedo de formular preguntas tan básicas que como adulto sentiría verguenza de plantear. ¡Oh, Dios mío! ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué demonios es este "yo" que siento? ¿Por qué hay un universo en el que podemos estar?–Vas entendiendo –dijo la imagen de Nancy–. Comprenderás ahora que sin conciencia jamás te harías esas preguntas. Tanto tu raza, como la mía, junto con miles de otras que deambulan por el universo, han sido dotadas de este don por una razón muy poderosa: La conciencia es el fenómeno en el que se hace conocida la existencia misma del universo y, recíprocamente, es en este universo particular en donde las leyes de la física han sido especialmente diseñadas para permitir la existencia de la vida consciente. La coincidencia de esta conciencia y las leyes físicas que gobiernan este universo, es lo que nos permite saltar de un lugar a otro en el universo.
Mario se preguntó porque entonces el pequeño robot-sonda había efectuado el salto espacial. Pensó que tal vez el universo reconocía en los algoritmos de programación del robot una entidad mínimamente consciente.
–El robot hizo el salto porque con esas enormes estructuras circulares, en cierto modo forzaste al universo a crear dos singularidades que permitieran crear sendos hoyos en el espacio-tiempo. Tú mismo estás aquí gracias a esas magnificas obras del ingenio humano y a tus acabados conocimientos de las leyes del universo, pero a diferencia del robot, eres una entidad inteligentemente consciente de sí misma y del universo que te rodea. Si bien el robot posee una percepción del universo a través de sus camaras y sensores, sus acciones en él son pre-programadas; mientras que tu conciencia te permite ir más allá…
Es como si la conciencia y el universo se fusionaran en una única entidad, pensó Mario, una dependía del otro y viceversa. Nuevas ideas y conceptos teóricos se arremolinaban en lo que el pensaba que era su cerebro, y algunas de sus dudas de antaño se develaron, otras surgieron, se le presentaron nuevas contradicciones e incoherencias matemático-fisicas, intuyó nuevas teorías del todo, y entre las idas y venidas de sus pensamientos transformados en complicados símbolos y ecuaciones, comprendió el porqué.
–Mario, te necesitamos –dijo Nancy con manifiesta aprehensión. Al igual que a otros seres inteligentes desparramados por todo el universo. Los necesitamos para comprender definitivamente nuestro rol como seres conscientes y terminar de entender el universo. Esto es sólo el comienzo Mario y el universo es vasto. Cada segundo de tu tiempo una nueva forma de vida surge en algún planeta de algún rincón perdido de alguna galaxia y, al mismo tiempo, una civilizacion muere en el rincón opuesto. Necesitamos observar y experimentar para comprender por qué algunas formas de vida desarrollan la inteligencia y otras no, queremos entender por qué sin conciencia la inteligencia no se desarrolla, debemos reclutar seres como tú, que tal vez sin proponérselo, alcanzaron un grado tal de conciencia del universo que los rodea que pudieron entender algunos de sus mecanismos. En algún momento, este universo dejará de existir. ¿Qué sucederá entonces con nuestros flujo de conciencia?, ¿simplemente desaparecerán como cuando eramos seres órganicos y la cuerda de la vida se terminaba?, ¿ocupábamos algún otro lugar antes de la creación del universo?, ¿podremos evitar la muerte de la conciencia cuando nuestro universo colapse?, ¿será, tal vez, fusionando nuestras conciencias en otro universo?, ¿qué papel juega Dios en este esquema? Necesitamos las respuestas a esas preguntas –dijo Nancy con solemnidad.
Los pensamientos del ser visualizado con la imagen de Nancy lo invadieron y afectaron intensamente. Por unos instantes deseó poder formar parte de ese estado de energía consciente que podía interactuar eternamente con el universo. Se imaginó en forma figurativa tener todo el universo al alcance de su mano, desentrañando el porqué y el cómo de esas preguntas tan básicas y profundas. Pensó en el ser que tenía en frente y deseó preguntarle cómo habían logrado desprenderse del cuerpo, cómo para ellos la materia se había vuelto obsoleta e inútil, cuáles eran sus orígenes, quiso confirmar sus sospechas relativas al origen de la especie humana, tal vez ellos le habían dado un pequeño empujón a la vida en la Tierra. Su conciencia observó una vez mas al ser que había robado la imagen de Nancy, se miró a si mismo y vió una imagen de si cuando era joven. Sus percepciones eran conflictivas pues sentía su torso y rostro desnudos, expuestos al calor
in crescendo del sol, la brisa suave que movía sus cabellos o la fina arena que se mezclaba entre sus pies, pero sabía que en realidad su cuerpo no existía. El beso que le diera a Nancy allá lejos en la Tierra, hacía ya mucho tiempo, cuando se conocieron, le vino a la mente.
Sintió que el ser-Nancy escudriñaba sus pensamientos y le pareció que la figura de Nancy se volvía mas real y se acercaba cada vez mas.
–Mario, te necesito –dijo.
–Yo también –dijo Mario–, pero no a tí.
Una explosión de emociones y sensaciones embargaron a Mario, que percibió como en una fracción de segundo imposible de medir, el mundo peculiar en el que se encontraba quedaba confinado a un diminuto punto brillante. Luego el punto desapareció y la oscuridad se hizo presente como otras veces; en esta ocasion no sintió temor, pero si preocupación. Sabía que las puertas espaciales instaladas allá en Júpiter, lo guiarían en su camino de regreso, pero desconocía cual era el estado de las mismas. Previó lo peor, entonces un pensamiento de socorro se le adelantó en el espacio y en el tiempo, llegó a la única puerta aún operativa, atravesó la estructura circular y fue a parar directamente a las computadoras de la cabina de mando de la Cóndor A.
Conciencia sin limites, de Claude Martín Brito
Es una historia corta realizada en 1999/2000.
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